Artes
¡Darling! Cuento de Mahmoud Badawi
Tuesday، 04 October 2016 - 11:56 AM

Los habitantes del pueblo Arrahmanita se despertaron viendo un movimiento no habitual en la casa del jeque Abd Al-Maguid Raduán: los criados estaban limpiando el patio de la casa, además de dar buena manguera a la plaza que está en frente del patio. Los criados quitaban el polvo de las puertas y ventas, sacando los sofás, y las devuelven al interior otra vez, fregando las tazas del café y las copas del jarabe en una mesa grande.
Los habitantes del pueblo supieron el motivo de este temprano movimiento en la casa del jeque Abd Al-Maguid, supieron que su hijo Ahmad habrá de volver hoy de Londres después de siete años de ausencia. Los campesinos se alegraron de esta grata noticia porque el jeque Abd Al-Maguid, era muy querido por parte de toda la gente del pueblo por ser bienhechor y por obrar bien en pro de todos donde había construido una mezquita, escuela y una modélica finca.
A las 4, el coche del jeque salió en dirección a la estación. A las 5 y media los campesinos vieron el coche cruzando el puente dejando detrás de sí una nube de polvo. El coche giró, entró en la casa donde bajó el doctor Ahmad no sólo como lo habían imaginado los campesinos sino acompañado por una señora rubia y sin medias.
Por la tarde, la casa se llenó de la gente del pueblo para dar la enhorabuena al pueblo y al doctor recién llegado de Londres. El jeque Abd Al-Maguid les recibió dándoles la bienvenida. No obstante, Ahmad no salió para saludar a sus visitantes. La gente pensó que quizás esté cansado del viaje y por consiguiente se marchó dándole oportunidad para descansar.
El día siguiente, los habitantes del pueblo se sentaron ante la puerta bajo los rayos del sol y al salir Ahmad, se dirigieron a él para felicitarle. Se alejó de ellos y no hizo más que levantar la mano hacia su sien para saludarles muy de prisa sin dar la mano a ninguno de ellos. Tras él, llegó la señora rubia que estaba vestida de una forma estrafalaria, un pantalón. El doctor la cogió del brazo y se dirigieron fuera del pueblo.
El jeque Abd Al-Maguid estaba sentado delante de su casa y vio a su hijo pasar sin saludar y abrazar a la gente de su pueblo, vio también que su nuera vestida de pantalón en este pequeño pueblo egipcio. El jeque fue asombrado y estuvo a punto de volverse loco, pero pudo contener sus sentimientos y se calló.
Las damas de la familia recibieron a la esposa de Ahmad afable y cariñosamente, creyéndose, al principio, ser turista luego se enteraron de que es su mujer, y es inglesa, y se alegraron por ello, particularmente la hermana de Ahmad, se llama Zeinab, que era la única entre las damas de la familia que sabe inglés.
Zeinab se interesaba mucho por su cuñada y fue muy servicial para ella preparándole sus ropas, poniendo en orden sus cosas, llevando por sí misma la bandeja del té, en resumidas palabras haciendo todo lo posible para la comodidad de la esposa de su hermano.
Pero “la señora de Ahmad” veía todo esto con desprecio y frialdad y trataba a todo el mundo con aire de superioridad como si ella no fuera de esta raza humana.
Ella les miraba de reojo. El respeto de las damas de la familia a la esposa de Ahmad tuvo como contrapartida la arrogancia por parte de ésta. Finalmente, Zeinab decidió dejarla marginada y contestó a su frialdad por igual y a su desprecio por gran menosprecio.
El doctor Ahmad está sentando en la sala, cruzando sus piernas teniendo inseparablemente a su pipa en la boca a lo largo de todo el santo día incluso no se movía cuando su padre entrara en la sala.
El jeque Abd Al-Maguid, se sentaba prestando muchísima atención al diálogo que entabla Ahmad con su esposa inglesa viendo como el humo de la pipa de su hijo llena la sala.
Y desde el primer momento toda la gente de la casa se enteró del significado de la palabra “Darling” por haberla escuchado cien veces cada hora de Ahmad y su esposa “May” incluso llamaron a Ahmad “Darling”.
Un día por la mañana estaba el jeque Abd Al-Maguid tomando su habitual café después del desayuno y May estaba en su dormitorio mientras Ahmad estaba sentado cruzando sus piernas delante de su padre y su zapato derecho casi roza la chilaba de su padre. Ahmad estaba fumando su pipa y se movió para coger algo pero su zapato rozó la chilaba de su padre y le dijo: “Lo siento papá”.
El jeque Abd Al-Maguid le contestó en inglés diciéndole sin saberlo bien: “Don´t worry”. Zeinab estaba de pie y estaba a punto de morirse de risa. Todo lo que hacía Ahmad y su esposa de costumbres anormales tanto en la casa como en el pueblo estaba tolerado y soportable hasta el día en que el jeque vio a su nuera salir de la casa por la mañana poniendo pantalones cortos como si estuviera en la playa de Florida. El jeque Abd Al-Maguid se escandalizó e inmediatamente mandó en busca de su hijo Hassan y cuando éste llegó le dijo: “Ten esta suma de dinero y dásela a tu hermano a fin de que buscara una clínica para él en El Cairo, y preparó el coche para que Ahmad y su esposa cogieran el tren de las cinco.
Ahmad y su mujer al salir de la casa en dirección a la estación ninguno, de la familia o de los habitantes del pueblo, les despidió.
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